Un mar que va desapareciendo.
La acción destructiva del ser humano sobre la naturaleza.
La historia más triste de todos los mares: Aral
Un repaso a la desastrosa gestión de los recursos naturales de la cuenca del Aral por parte de la antigua URSS y las ex-repúblicas una vez independizadas
Tal vez pensaste que no asistirías a la desaparición de un mar durante el periodo de nuestra breve existencia como seres humanos, sobre todo si lo comparamos con la gigantesca escala temporal de nuestro planeta. Lamento decir que te equivocabas.
El mar de Aral es un lago endorreico o mar interior situado en Asia Central, entre Kazajistán, al norte, y Uzbekistán, al sur. Antiguamente, era uno de los cuatro lagos más grandes del mundo, solo por detrás del mar Caspio, el lago Superior y el lago Victoria. Si bien es cierto que el mar de Aral aún no ha desaparecido por completo, sí lo ha hecho del modo en el que lo conocíamos.
En la década de 1930, la superficie de este lago endorreico era de 67.000 km2, una masa única y continua. Sin embargo, en la década de 1980 y de ahí en adelante, el mar se fue secando.
Se separó en dos cuerpos de agua bien diferenciados. El norte, de menor extensión, represado y alimentado por las aguas del Sir Daria, y el sur, una masa residual abocada a la desaparición, alimentada por el Amu Daria.
¿Qué ha sucedido para que el Mar de Aral desaparezca?
Este mar-oasis ubicado en mitad de las regiones desérticas de Karakalpakistán (Uzbekistán) se sostenía en un delgado equilibrio entre la evaporación y el aporte hídrico de los ríos Amu Daria y Sir Daria.
La población uzbeca y kazaja que vivía en el entorno del Aral lo hacía en armonía con el motor de su desarrollo local. Practicaban la pesca o realizaban actividades comerciales relacionadas con el mar o la agricultura de subsistencia. También, por supuesto, aprovechaban el agua para el autoabastecimiento.
El equilibrio se rompió durante los años 60. El colapso del sistema se originó de la mano de la antigua URSS. Sucedió cuando Stalin ordenó efectuar obras de canalización para irrigar las llanuras adyacentes al río Sir Daria, y el delta del río Amu Daria, duplicando así la superficie de cultivo, que pasó de 4 millones de hectáreas a 8 millones.
Dichas obras de canalización resultaron ser ineficientes y una gran cantidad de agua se perdía por el camino. Por si no fuese suficiente, las especies agrícolas elegidas para la explotación eran en su mayor parte algodón y arroz. Estos dos tipos de cultivo requieren de una cantidad de agua muy elevada para su producción.
Ante este escenario, la catástrofe estaba asegurada, y no es de extrañar. Aleksandr Voeikov, considerado el climatólogo más importante de la historia de Rusia, era citado por las autoridades competentes mediante frases como “El Mar de Aral es un evaporador inútil, un error de la naturaleza”, con el fin de justificar la expansión del algodón, económicamente más rentable como materia prima en el sector textil.
Las consecuencias de la tragedia
El desvío de agua de los ríos Amu Daria y Sir Daria supuso en torno al 90% de su caudal anual, y de 1960 al 2008, la población de la cuenca del Aral se duplicó, llegando hasta los 60 millones de personas, como consecuencia del aumento del regadío.
Esta presión demográfica ha incrementado la gravedad de la situación aún más si cabe, ya que los que se asientan en el entorno del cadavérico mar, están sufriendo los efectos colaterales.
Unos efectos que se llaman cáncer esofágico, tuberculosis y diversas enfermedades respiratorias. Estas últimas, consecuencia de las tormentas de sal y polvo que además contienen residuos de los pesticidas que se emplean en los cultivos río arriba.
Aún hay más: estas enfermedades se han podido ver agravadas por la existencia de un campo de pruebas de guerra microbiológica en la antigua Isla de Vozrozhdeniya, que hoy en día es una península.
La desecación del mar ha provocado que la salinidad del agua pase de 10 g/l a 110 g/l, una barbaridad si tenemos en cuenta que la densidad media del mar en la Tierra es de 35 g/l. Como es lógico, la población y el ecosistema de la región sobrevive a duras penas ante la escasez de un recurso vital como es el agua.
Otra de las consecuencias de la desaparición del Mar de Aral es el aumento de la amplitud térmica, en un área que conformaba un oasis en mitad del desierto y que ahora es paradójicamente más extremo para la vida que el propio desierto, debido a la toxicidad del suelo.
Medidas paliativas
Es evidente que la gestión de los recursos naturales de la cuenca del Aral ha sido desastrosa, bien por parte de los dirigentes de la antigua URSS, bien por los máximos responsables de las ex repúblicas soviéticas de Uzbekistán, Kazajistán, Turkmenistán, Kirguizistán y Tayikistán, que comparten los ríos Amu Daria y Sir Daria en alguno de sus tramos.
Mapa de el Cáucaso y Asia Central, con el mar de Aral situado entre Kazajistán y Uzbekistán. Wikipedia.
Estos 5 países han tenido intereses enfrentados por la gestión del agua de los ríos Daria, y cada uno reclama su propiedad sobre la misma. Con el fin de solucionar este bloqueo diplomático, los 5 “Stan” crearon en 1992 la Comisión Interestatal de Coordinación Hidrológica, cuyos principales temas de debate giran en torno a la propiedad del agua y la responsabilidad de los países del curso alto para con los países del curso bajo.
Hasta la fecha, la única actuación llevada a cabo ha sido el represamiento del Mar de Aral Norte, mediante el dique Kokaral, que ha obtenido muy buenos resultados durante los primeros años, recuperando el nivel del agua. Sin embargo, esta decisión beneficia a la parte kazaja del Mar de Aral y condena inexorablemente las esperanzas de recuperación de la parte sur, en suelo uzbeco, que queda privada de la aportación hídrica del río Sir Daria.
Afortunadamente, la gravedad de la situación ha generado multitud de propuestas para evitar la extinción del Mar de Aral Sur. Las más aceptadas son la mejora de la calidad de los canales de irrigación o la imposición de tasas a los campesinos por el uso del agua de los ríos.
También la introducción de especies de algodón alternativas, cuyo cultivo requiera menor cantidad de agua. Incluso un canal de trasvase Caspio-Aral, ya que el nivel del Mar Caspio ha estado aumentando constantemente durante los últimos 20 años y posee cierto excedente.
No obstante, ¿cuál es la medida correcta? ¿Debe sacrificarse el futuro del Mar de Aral Sur en pro del Mar de Aral Norte, teniendo en cuenta que las mejores previsiones no garantizan la recuperación del Mar tal y como lo conocimos?
A pesar de todo, ¿existe un interés real de conservar el ecosistema de la Región de Karakalpakistán por parte de los países implicados? Después de narrar la historia más triste de todos los mares, puede que ya no queden muchas esperanzas.
**También puedes leer este artículo en inglés en GeographicMind.
Fuente: https://www.geografiainfinita.com/2016/05/la-historia-mas-triste-de-todos-los-mares-aral/